jueves, 17 de noviembre de 2016

Un poema para mi querida Lidia.

Que han de venir mis palabras a vagabundear por sus luces.
Que han de alcanzarte sus cultivos de todas las dulzuras,
las raíces del ambiente que abrazan sus fondos.
Los versos que en el corazón reflejan sus besos:
por ella hemos surcado anhelos más inextinguibles;
los destellos verdes en la estrella más profunda…

 Los rocíos de las oraciones
y una inabarcable ternura por los caminos .
Y quisiera envolverla con los ecos de ángeles,
con las voces que se expanden en los colores.

Los sentimientos que no nos caben en el pecho.
El querer a orbitar la densidad de las canciones que le sueñan…
que han de venir horizontes diamantinos a columpiarse en sus ojos.


domingo, 13 de noviembre de 2016

La rueda de los corazones.

Desbordados por destellos de rincones,
 sus corazones en más oleajes de la ciudad.
 Raíces del colorismo en las palabras acarameladas…
 una corteza de sol adornando un cóctel de utopías.
Un venerable acomodo de esencias
 y los acogedores decorados de un intervalo de tinta..
espumosos de amontonar las flores para su piano
y las oscuridades sumergidas

 en una percusión de los lugares que nos llaman.

Colores para una bandera de amores.

Unidos por un botón en las nubes,
  por todo lo minúsculo que tirita en los bosques;
por esas cancioncillas que recorren la piel…
 en los tableros de un motín de madrugadas.
De un agitar de cocteleras remotas,
con sus chisporroteos de  anhelos  en cada reflejo.

Soñadoras nos persiguen rondas por los muelles,
 por los barrios café…
y otro alma a medio paso en luz de orquesta;
otra bandera de pescadores en su sed de vientos…l
Los colores de sus amores en estelas de guitarras.

De nuestras derrotas
resumidas en pequeños retrasos de los andenes…
De su rueda de oraciones,
sus ecos de espejos junto a nuestros aparejos del ánimo;
 todas las psicodelias para una lágrima
 que guardaremos en su bolso al fondo de los mosaicos.


lunes, 7 de noviembre de 2016

Bailemos juntos.

Mimosa entre los pájaros,
 regresarás de tu columpio de espíritus
 por una inmensa llanura de la inspiración de las páginas…
 de cualquier abstracción en los lazos violetas de la tarde;
 hacia esa orilla de circos desbordados y parques ingrávidos…
 compañera con los besos con sabor a lapicero,
por nuestro refugio entre las olas.
Culebrillas por las sensaciones entre letras invadidas de floresta…
perennes de los espacios tras cada reflejo,
 apasionados por el negro de sus ecos…

Revoltosos  te buscarán entre los mundos de sus cosas,
 en sus sombreros arrojados a la luna.
Sus ciudades por las cocteleras,
 tras las granizadas de perlas,
 tras sus copos de fiesta;
tras cada parpadeo selvático en su ventana de las burbujas.
 Tras madrugadas de destellos del trapecio,
vendrás a mí de tus latidos en raíces de viento;
con tus cancioncillas de las puertas abiertas.
De algún salón de baile entre los dedos,
de la alegre definición de los luceros.


jueves, 3 de noviembre de 2016

Perfiles.

Te quiero como a mi armazón de melodías,
como cada calma depende de sus  posos;
te busco,
como los sentimientos el compás
 y las paciencias sus ritos;
por todas las formas que vuelan sobre lo necesario.
Compañeros suyos,
todos,
labradores de fantasías;
brillantes de raíces los buenos engranajes de las olas…
 tras las cartas con sus rutinas llenas de borrones…
 los alientos rock
 y el brebaje de los pasos andados…

nuestros perfiles con los colores de las ilusiones.

martes, 1 de noviembre de 2016

Sus cabellos por las noches de mariposas.

Como estimulante,
sus cabellos por los ecos del baile,
por los aullidos de lugares remotos…
La delicadeza de los perfiles entre sus manos morenas.
Reflejas ciudad  nuestra noche en los cimientos mágicos,  
difuminan pasiones en tus bullicios de aromas;
la fuente vieja,
 en otro bing bang melódico,
los destellos de inexistencias…
de corazones negritos en la raíz de las palabras.
 Exploradores en una migración de mariposas

 con un millar de colores en las alas.

Todos los santos.

Un flechazo de aromas el ambiente;
y no reflejan de ti lo suficiente,

las flores que he dejado en nuestro jarrón de ausencias.