domingo, 5 de junio de 2016

Cuadriculada.

Abrigarás cada cenicienta del desasosiego de los muelles,
con células en el spray,
ciudad viajera;
asfalto de la lengua nueva...
 mosaicos de los sentimientos que quiebran en el pecho.

Ocho pequeños cabezones con alientos de betunes,
los ladridos en el nido del vacío de las flores;
los acordes de hiel sobre el brillo de la verbena cuadriculada.
Trincheras en esos pigmentos...
 ese vientre de la tarde en el violeta;
o donde nos ha caído la llave de las palabras
 en la fuga de horizontes por el gran ojo.

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